Karolis Strautniekas
Está en la mesa, tendida, con una blancura aterradora. Él la observa indeciso, le tiemblan las manos y en su cabeza se acumulan las ideas, piensa que no podrá hacerlo. En un rapto de valentía dispara tristes y dolorosas palabras. Ella, vencida, solo atina a sentir cómo la tinta mojada imprime sobre su cuerpo la historia de una vida.