Giulio Magnifico
El hombre esta parado en el centro de la habitación,
sus brazos están extendidos como queriendo tocar el techo, las manos
entrelazadas. Se inclina hacia la izquierda
luego a la derecha, una, dos…tantas veces, ya casi no siente dolor en sus
costados, pequeñas gotas de sudor empiezan
a rodar por su frente. Haciendo un gran esfuerzo se inclina queriendo tocarse
los pies, no lo logra, siente que le
duelen los riñones. Ahora entrelaza sus manos en la nuca y levanta la rodilla
izquierda e intenta golpear su brazo derecho, es imposible, levanta su rodilla
derecha y trata con el brazo izquierdo, no, no se puede. Así continúa,
durante buen rato, tratando de alcanzar
y tocar diferentes partes de su adolorido cuerpo. De pronto se abre la puerta, entra su mujer y
pregunta:
-¿Que haces?-
Él con voz exhausta responde: -Ejercicio-
Hola Beto, aparte de decirte que tu relato me gusta aunque en un principio pensé que se trataba otra tortura, es para ver si se te ha solucionado el acceso a tu blog.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Rosy,por lo general los finales de mis relatos son un poco estrambóticos,me gusta imaginar que quien los lee les pueda dar otra interpretación.
EliminarSi, ya pude solucionar el acceso a los comentarios. Yo no veía lo que estaba pasando.
Gracias y saludos.
¡Bien!, ahora es más fácil...ves? jajajaj
ResponderEliminarGracias Rosy, poco a poco voy aprendiendo a caminar.
EliminarSaludos.
Ay, me ha hecho mucha gracia, Beto. En verdad es una tortura para los no iniciados.
ResponderEliminarP.D. Yo también hace rato que te ando buscando, porque no salía tu blog en tu perfil de google. Pero ahora me lo leo todo : ).
Un abrazo.
Sí Alba, por eso a algunos se les dificulta ejercitarse. Gracias por pasar a leerme, si encuentra algo en este lugar que se tenga que modificar o mejorar no vacile en señalarlo. Gracias.
ResponderEliminarSaludos.